Luz de los hombres
y carpintero de amor,
que yació crucificado
en los brazos de una cruz,
un profeta muerto y humillado
en la inimaginable brutalidad humana,
que por ti y por mí sufrió
y a nosotros nos amó;
hijo del Padre y se llamó Jesús.
Resucitó como prometió
y nimbado de esplendor,
nos dejó sus enseñanzas
que jamás morirán,
su verdad y sabiduría
por siempre vivirán…
Cristo en mi alma está vivo,
Él jamás en mí morirá,
porque mi fe está fundada
en el Cristo vencedor,
porque en tu corazón también está viviendo
y porque a Él continúo encontrando
en las cosas sencillas de la vida,
en la palabra acertada y amiga,
en las sonrisas por doquier
y en ti que hoy me vienes a leer.