Ella se ilusionó a prisa,
él correspondió ese sentimiento,
terminaron enamorados
con sus corazones atiborrados de sentimientos,
parecía que no iba a haber sufrimientos.
Él la esperaba con un ramo de rosas;
pero ella no llegó.
Las rosas eran hermosas;
pero el miedo la invadió.
Ese miedo infundado la atrapó,
aunque toda su vida por ese día esperó,
el día en que se fijaría en ella;
pero el amor no triunfó.
La chiquilla lo amaba y ese amor perdió,
es decir, nunca nada existió,
el chico esperó y esperó.
El cielo oscurecía,
ella no llegaría.
Una lágrima rodaba por las mejillas de ambos,
en distintos lugares se encontraban
y en distintos lugares sufrían.
Las gotas de lluvia
hicieron una aparición fantasmal
e intrusamente mezclábanse con las lágrimas;
el cielo con nubarrones
mostraba su enfurecimiento
ante tal acontecimiento;
las rosas perdían su belleza
y ella... ella simplemente no llegaría.
La historia de amor terminó
aunque ésta nunca empezó.