El mensajero sobrio de los días
vino a cantarme despacito al oído
que lo que nace
no respirará
abajo del cemento
comido por gusanos
enterrado totalmente
con lo mucho que soy
no respiraré
absolutamente.
Y yo
con lo poco que soy
le di las gracias
y me fui a trepar a la luna
para embarazarle un hijo en su tristeza
con el niño que no fui.