nelida anderson parini

HARAGANA FIDELIDAD.

A los pies del amo el perro

se acurruca zalamero

mostrando en gesto sincero

sus gratitudes de fierro;

es su quietud testaferro

de impaciencia valedera

que solapa inquieta espera

en sus ojos vivarachos;

faros de amistad borrachos

de honestidad verdadera.

 

El hombre carga consigo

el peso del pensamiento

que hace solemne al momento

y es de su valor testigo;

tiene un perro por amigo

al que de afectos prodiga

aunque quizá no consiga

interpretar bien sus gestos;

más hace de ellos pretextos

que su misterio mitiga.

 

Extiende el amo la mano

sobre peluda silueta

el perro de ansias se aquieta

con el suave tacto humano;

lame y salta siempre ufano

agradecido y sincero

festejando a compañero

 dónale su  lealtad;

dejando en esa amistad

el corazón por entero.

 

Hombre y perro compañeros

binomio de lo entrañable

que en conjunción inefable

atan lazos verdaderos;

caricias son derroteros

de amistad gentil y pura

 expresada con soltura

hace especial el momento;

con llano desprendimiento

ambos se brindan ternura.

 

Qué no le da el perro a su amo

qué no da el amo a su perro

si en confraternidad de hierro

no hay avaricia o reclamo;

es entrega en todo tramo

que en transparencia absoluta

de la sencillez disfruta

desde el gesto honesto y llano;

cuando el corazón humano

simplicidades trasmuta.

 

Lame lo amargo del llanto

abanicando esperanza

celebra en inquieta danza

gimiendo su agudo canto;

exorciza el desencanto

con saltos de algarabía

desenfreno de alegría

lenguaje de conmoción;

desbordado en emoción

la tristeza desafía.

 

Amparo en la indefensión

 a su intrepidez atento

proveedor de sustento

acervo de previsión;

consumador de ilusión

voz clamada en hermandad

sanador de enfermedad

caricia en benevolencia;

 que entregada con consciencia

esparce fidelidad.

 

Sentado junto a su dueño

el amo del can pensaba

y perro que lo miraba

con escrutador empeño;

palpa sentimiento en ceño

y olfatea el pensamiento

bosteza su aburrimiento

entre guiños de ternura;

tendido en laxa postura

se rasca de amor sediento.