(I)
¡Ay!, justicia. Pereces cuando acaece
la sordera fatal.
Mueres, al ser castrada la visión,
al estar enjaulada
en un pequeño y oscuro portal.
La esclavitud aparece servida
con un ferviente y poco esclarecedor
sustantivo; por el totalitarismo.
Que escueto, tan sólo hurga,
(déspota y vanidoso,
pero a su vez, tan simple como ingenuo),
con uno de los dedos,
cuando se le presenta, y él contempla,
la inmensidad de veinte.
En su bolsillo guarda
un reloj averiado,
con el que lee el tiempo sin contrastar
las sabias conveniencias.
Impone con su juicio radical.
Insiste en obtener las riendas del poder.
Escondiéndose tras un recio telón,
asedia a cualquier opción,
y negándose a innovar,
a la imaginación, con su daga cercena.
(II)
Afónicas se queden las gargantas,
ya quiébrese el sonido de esa voz.
La que insolente y agresiva embiste,
empujando a las gentes y pensares,
cuales defienden al país de la razón.
Agótese la tinta que salpica,
junto a necias palabras, sucias heces,
que inundan grato aroma con su hedor.
Desistan de su empeño, las arpías,
que utilizan las letras como puños,
y agrediendo el pensar de muchos otros,
desmantelan el don de la opinión.
Diversos son los credos,
las fuentes culturales y los rostros.
Quizás para entender se debería,
dejar la idiosincrasia subjetiva,
procurando no asomen respondones,
inútiles prejuicios que posee,
por pérfida, la humana condición.
(III)
El plato de una mesa lo componen;
las verduras, los huevos y el arroz.
Para bien comprender resulta acierto;
limpiarnos, desprendernos del cerumen,
prestar agudo oído a la hora de atender.
Abandonar la propia adulación.
Para lograr percibir claramente,
que un solitario yo nunca pasea
en libertad y por amplio camino,
si es que él vagara sordo.
Siendo así, sólo aborda
el mayor de entre todos los suplicios;
la ceguera y asfixia de la mente,
al faltarle la luz, sobre su angosta senda.
Pues debe un yo medir más de una idea;
escuchar, sopesar las opiniones.
Y entre tantos decires que transitan,
devendrá, de seguro, aquel criterio
que correcto, será buena semilla,
a proyectos fructíferos,
dará la mano y pie.
318-omu G.S. (Bcn-2013)