Quiero en mis versos cantar a las musas,
que hicieron mi fantasía rodar;
que llevaron mi inspiración hasta el limbo,
que de colores llenaron mi vida, mi corazón y mi alma.
Musa, mujer preciosa que de la nada surgió.
Musa, princesa bella que en mi mente quedó.
Viene cuando le llamo.
A mi “Sí” nunca dice No.
Y me deleito en su dulce canto
al llegar la mañana, al ponerse el sol.
Llena mi vida su dulce sonrisa,
sus ojos mi caminar alumbran.
De sus palabras lleno mi ser
y mi espíritu ella levanta en pos,
para luchar siempre en esta vida y dar cabida a la imaginación.
Por eso reclamo a este mundo
que de materia se quiere llenar
y su espíritu se muere,
mientras la ambición a su vida llena
y a su alma ha de olvidar.
Llamo al niño del hombre que camina,
que sus sueños olvida,
sumergiendo al niño en la neblina,
perdiéndose sin rumbo en esta vida.