(Managua, octubre de 1981)
He tenido la luna en mis manos... La luna.
Posada y quieta... sólo para mí.
Como esfera reluciente lucía,
amarilla como el oro, reluciente como la plata.
Parecía querer platicar conmigo,
contarme sus secretos;
de esos que se dicen los enamorados: suave, al oído.
He tenido la luna en mis manos... La luna.
Posada y quieta... sólo para mí.
Como mi amante, como mi amiga,
confidente alcahueta de mis versos.
Parecía querer platicar conmigo, y decirme los murmullos
que alcanza a escuchar del viento en las noches de abril.
He tenido la luna en mis manos... La luna.
Posada y quieta... sólo para mí.
Parece que acariciara mis dedos y yo acariciara su piel.
Parece que fuera mi novia y yo su amante fiel.
Me detuve por un momento, - me dijo- pero tengo que partir.
Espero no olvides lo que te he dicho, y dejes al fin de sufrir.
No muy lejos de ti hay alguien que como tú sola está,
acompáñala cuando la encuentres y ya no llores más.
He tenido la luna en mis manos... La luna.