Estaban todos en aquella fiesta
estaban todos menos tú.
Había diseñadores de la palabra
e hipócritas del negociado opinable.
Había rubias, jóvenes y hermosas,
y guapos modelos de falsa sonrisa.
Había gente corriente
perdiéndose por la gran sala.
Nadie salvo yo te echó en falta.
Y eso que hubo simpáticos payasos
y estrellas de cine con gafas de sol.
Hubo señores con dinero
moviendo mucho los brazos,
y vampiresas rompecorazones.
Estaban todos en aquella fiesta
estaban todos menos tú.
Chicos haciendo litrona
y voluntarios dando corazón.
Hubo genios de la informática
y funcionarios de ocasión.
Nadie te hechó en falta salvo yo.
Ni ocupados obreros en mono
ni un colectivo de taxistas melancólicos.
Había triunfadores con desparpajo
y perdedores cabizbajos.
Negociadores de ilusiones perdidas
y señoritas del sexo tántrico.
Sacerdotes confesando sus pecados
y maestras de latín en minifalda.
Estaban todos en aquella fiesta.
Novias de traje blanco y mirada risueña
pintores surrealistas.
Estaban todos menos tú.
Nadie supo tu paradero
por más que pregunté
a los que más enterados parecían
de saber estar en el sitio
para salir en la fotografía.
Me fui.
Quizá te encuentre en la próxima fiesta.