En la campiña de mi tierra natal,
se percibe el sutil aroma floral,
el cual serena a las almas sin rumbo
que deambulan sombrías por el mundo.
La algarabía de la primavera,
conduce mi estrella hacia la pradera.
En ésta hallaré la rosa más bella,
la que mis manos llevaran hasta ella.
Busco afanoso, pero no te encuentro.
Mi visión mengua en lo que pretendo.
La esterilidad brota en este prado.
Parece que mi suerte me ha fallado.
Frustración colma mi cuerpo hiriente,
que llora sin hallar un aliciente.
Rosas frescas no hay, todo ha sido en vano,
sólo una reseca azalea en el llano.
¡Amor mío, no halle la flor querida!
En cambio, llevo a ti esta flor sin vida,
¡Marchita sí, por el tiempo lóbrego,
pero matizada de amor sincero!
Adán A.
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