Todo lo que puedas decirme,
ya lo he escuchado diez,
cien, mil veces.
No me sigas atormentando.
Este giro que hemos tenido
en nuestras vidas,
es porque el destino así
lo ha querido.
Solo quiero decirte que
no me hagas sufrir más
de lo que estoy sufriendo.
¿por qué te comportas así?
Es obvio que has dejado de amarme.
¿sabes? ya nada me importa,
o todo me importa mucho.
Pero si no tengo tu amor,
tengo que seguir aquí,
indiferente a todo
lo que me rodea.
Previmos una maravillosa vida juntos.
Pero el hombre propone,
y el destino dispone.
¡Maldito sea mi destino!
¡Maldito sea mi trabajo!
¡Maldita sea ésta, mi vida!...
Mi vida... esta mi vida...
Desearía estar muerto.
No tengo voluntad de nada...
antes al menos me gustaba escribir...
ahora no lo hago, porque
no tengo voluntad de hacerlo.
No tengo voluntad de nada.
Quisiera catapultarme bajo
un pesado bloque de cemento.
Quisiera que mi corazón
dejase de latir... quisiera matarme...
pero la vida pasada fue tan hermosa...
y ahora es tan distinta...
mi subsistencia es mi pasado,
nuestro pasado... ahora todo
es una mierda... soy un estiércol
fondeado en un profundo abismo.
¿qué se hace, o qué es
lo que debería hacer?
Aceptar la realidad...sí,
aceptar la realidad...
es que tengo una pesada
carga sobre mi alma...
una carga que me hace sentir
horribles pensamientos...
que me resisto a ejecutarlos.
Me amabas, ¡oh, cuánto me amabas!...
y ahora todo ha cambiado...
desde hace catorce meses,
mi vida es un tormento...
mi vida es una mierda postrada,
aquí, en este maldito sillón de ruedas,
las que mis piernas son...
Aquella maldita escalera,
aquel desvanecimiento,
mi pie que erró ese escalón...
y mi caída, que me ha dejado postrado...
quisiera desaparecer, dejar de existir...
pero no, esperaré a que llegue su momento...
tal vez pasen años, tal vez pueda recuperarme...
pasa que estoy abatido, cansado, amargado...
¿hombre de poca fe?...
no, soy un hombre con mucha fe...
pero me siento atormentado.
Tú no eres culpable de lo que me sucedió...
ha sido el destino que así lo decidió...
pero después de ese suceso,
haz cambiado, lo noto...
lo percibo, es evidente...
y mi mente, enloquece...
estoy asombrado de mi falta de voluntad...
si no aceptas esta, mi realidad,
déjame vivir en paz...
intérname, abandóname,
vete de mi lado...
no me demuestres una piedad
que no es real, que no sientes...
lo noto en tu mirar...
ya no me amas...
Entonces, ¿por qué sigues a mi lado?
¿crees que estoy equivocado?
demuéstrame que lo estoy...
¿cómo? amándome como antes del accidente...
huyes, te alejas, no me demuestras
el más mínimo amor...
es evidente tu actitud negativa...
no quieras hacerme creer algo
que no sientes... estoy inválido,
pero aún tengo cierta lucidez,
aunque muchas veces no lo parezca.
No quiero tu piedad.
Quiero tu amor.
Como el que me brinda
mi Dios Misericordioso.
Pretendo demasiado de ti.
Lo se. Me rechazas. Te produzco asco...
no creo que me ames,
porque no me lo demuestras.
¿que estoy equivocado, me dices?
Bien, entonces, vayamos a la cama.
Demuéstrame en ella que realmente
me amas. He de darme cuenta de ello.
Si lo aceptas, bien...
de lo contrario, aléjate...
déjame vivir en paz,
aunque tenga que llorar tu ausencia...
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 04/04/2013)