Eso, un holograma balbuciente,
trepidante, justo a las seis y media de la tarde,
en el rostro, casi ilusorio por lo vano (oculto),
si fuistes o serás, pero la calle misma
con su néctar de sombra
proyecta luz de ínfima precisión (mi alma)
…y así otra vez, en el teatro de la realidad,
en el vacío de lo completo, lentamente rápido,
te fugas de mis manos.
Un golpe a la distancia, como jugar,
con la sustancia que mantiene al éter,
a darle vida en él mi corazón,
reconocer, llorar de rabia o de tristeza
y apagar de un tajo el holograma y olvidar
que en la esférica noche
sólo eres alguien que dobló en la esquina
antes de llegar a mí.
Masaya, 21-03-13