Joseph Mercier García

MIL GRAMOS DE FELICIDAD

Y la felicidad sonrió al destino,

en cuyos hombros dormitaba,

y allí se balanceaba solitario,

en la telaraña del tiempo,

sin prisas ni anhelos sofocados,

con la paciencia de un sabio,

expectante; en su tibia mirada

brillaba el ocaso del invierno,

y a la primavera dejando acceso

su corazón ensanchaba lucio,

latiendo a ritmo desbocado,

el nombre de un amor dibujaba...

y la felicidad alcanzaba un peso

batiendo récord de mil gramos.

 

J.M. García

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