Tus ojos escarchados
destilaban inviernos.
Eran puentes lejanos
que no podían cruzar
mis duendes enamorados
que te llevaban flores.
Les distes esa forma
de celdas misteriosas,
de abanicados ogros
bañándose en el charco
que trae el desengaño.
Sin embargo,
estos años
préteritos vividos,
me dieron la energía para salir airoso.
Estás hoy comprendiendo
la vista transparente
de un fuego tan ardiente
que traspaso tu enojo.