Muda está la tarde del tres de abril,
se detiene el tiempo al pensar en ti,
pienso en el día en que te conocí,
allí estabas con sonrisa sutil:
Pregunté sobre tu estado civil,
-pues; soltera- dijiste, y te creí,
y en mágica sonrisa me perdí,
deliraba en tu encanto juvenil:
Sentí que el cielo podía alcanzar,
y pensé -nuevamente yo nací-,
sentí que otra vez podía volar;
Es que tengo el alma tan infantil,
difícil me es poder disimular,
mi alocado e indiscreto perfil.