Muchas veces en mi vida he sentido la necesidad de correr y escapar del mundo que me rodea, de lo que existe y de la poblada soledad de mi cabeza, de las voces del pasado que en noches como estas me suelen atormentar, de las imágenes perdidas del futuro que se pasean por las dilatadas pupilas de mis ojasos color marrón chocolate. Muchas noches como estas en que la luna toma el protagonismo de la escena me asaltan remordimientos, pequeños trastos de la vajilla sucia que aún revolotea en mis tímpanos, o quizás en algunos de los retorcidos compartimentos de mi mente enferma, escucho pequeñas voces, dulces melodias y observo ante mi presencia amargos momentos que trate de olvidar, algunos que ocurrirán en otras realidades, en otros mundos y universos paralelos donde en otra galaxia a 4,5 millones de años luz de ésta existe una chica de pelos coloridos y chamuscados recostada en su cama observando la luna entre los finos hilos de la cortina de su ventana. La mujer llora pero sus lágrimas caen en forma de miserables gotas de lluvia, revelando a las plantas, a las flores, a las nubes y todo lo que halla a su paso esos pequeños secretos extraviados en los pabellones de la eternidad, aquellos ocultos bajo siete llaves diferentes, aquellos desconocidos incluso por ella misma...-"El pasado me tortura"-,dice, y una pequeña estrella, un pequeño vistazo de vida se cuela entre sus lagrimales, sigue la ruta de sus finos pomulos terminando por los delicados pliegues de su cuello, la chica se estremece, sus hombros se encogen, sus cabellos se enredan entre la vía láctea, sus manos toman rumbos inesperados, la decisión ya esta tomada... una estrella fugaz cruza el universo, fina, violenta, rápida como suelen ser las tragedias, comienza desmenbrando pequeños planetas, sistemas, galaxias, de pronto todo se ha paralizado, ya nada tiene sentido, ella ha muerto.