Oí que el alma, de existir, prevalece,
y en alguna parte he sentido tus miradas...
Creo conocerte de hace mil años,
¿yo era raíz de rosa, tú agua de lluvia y me regabas?
Siempre separados, pero no del todo,
en este sumidero de inquietudes
que consigue unirnos sin virtudes
como agua de lluvia, como rosa en el lodo;
porque tú serás mirada que pasa,
lluvia que cae y arrasa
y yo tierra que tu caer siento,
pero así, en el a veces triste tiempo,
seré vela que deshilacha el viento
y tú el viento que la despacha.