Hugo Emilio Ocanto

Amarte (Poema - Grabado )

Cuando estuve enfermo, me visitaste.

Sin conocerme. Solo era tu vecino.

Hacía muy poco tiempo

que estabas en nuestro barrio.

Eso sucedió... hace unos años.

Hacía muy poco tiempo

que me había jubilado.

El Banco nos ofreció retiro voluntario,

y fui uno de los que se adhirieron.

Tú habitabas tu casa con tu madre.

Cuando llegaste, y de casualidad

nos encontrábamos, nos saludábamos

como dos buenos vecinos.

Sentimos una atracción,

digamos, fraternal, en esos momentos.

Un día, te enteraste que yo

estaba con un tremendo resfriado.

Llamaste a mi departamento

tocando timbre. Te atendió mi hermana.

Yo estaba solo, sentimentalmente.

Mi pareja, una hermosa mujer

con la cual mantuve una relación

de cuatro años, se fue de mi vida.

Adujo que no soportaba mi carácter,

mis exigencias, mi pretensión de mantener

todo limpio, todo brillante, todo ordenado. Hasta le exigía,

no, soy muy drástico, le pedía,

que colocase en la mesa los cubiertos

como correspondía.

Me llamaba" Míster Hopkins",

por el personaje que dicho actor

hacía en la película "Lo que queda del día".

Sí, era exigente, peligrosamente exigente.

No me bancaba. Hasta que un día,

dio un portazo, y me quedé solo.

Y apareciste tú en mi vida.

Pero en esta oportunidad,

no eras tú la que

a mí me atendía.

Era yo el que te atendía a ti.

Te visitaba a ti y a tu madre

en tu casa, cerquita de la mía.

Tú vivías en tu casa, y yo en la mía.

Intercambiábamos momentos de soledad.

Momentos de compañía, de amistad,

de entendimiento, de comprensión,

de afinidades, nuestras almas

se unieron, como nuestros cuerpos.

Tú me comprendías, y yo a ti.

Formábamos la pareja ideal,

pero cada uno en su respectiva casa.

Esta no ha sido mi única

relación sentimental.

Estuve a punto de casarme,

pero me gusta ser un hombre libre,

me gusta que me amen y me gusta amar.

Tú me brindaste ese amor.

Me aceptaste. Te acepté.

Después, llegó mi ausencia, tu soledad.

Después, llegó tu soledad, mi ausencia.

Otra vez solo. Otra vez en tu soledad.

Unimos nuestras  soledades,

y nos separamos porque fue lo mejor.

Tú me sigues amando en silencio.

Mi silencio es amarte en mi  soledad.

¿esto es una realidad?

no, esto es un sueño.

Despierto. Abro mis ojos.

Son las seis de la mañana.

Toco timbre en tu casa.

Me atiendes. Te extrañas. Te sorprendes.

Me disculpo. Te tiendo la mano.

Nos miramos. Sonreímos. Nos abrazamos.

Me invitas a pasar. Tu madre duerme.

Dices que profundamente.

Entro. Vamos hacia tu habitación.

Tú en pijama. También yo.

Comenzamos a desnudarnos.

Nos acostamos en tu cama.

"¿Con quién estás querida?",

pregunta tu madre.

"Con su amor, mamá", le respondo.

 

Todos los derechos reservados del autor ( Hugo Emilio Ocanto - 06/04/2013)