ALVARO J. MARQUEZ
A MEDIANOCHE
"Ambos deberíamos estar presos,/ de nuestra libertad no ser dueños,/ yo por robarme tus besos,/ tú por robarte mis sueños".
A esa hora estás hermosa, más íntima y real,
sin el maquillaje y con tu sexy ropa de dormir,
tal vez eso, lo de la ropa de dormir no sea tal,
pero si no te lo preguntan tú no lo vas a decir.
Es más que probable que ya estés desnuda
así divina lees los mensajes que te manda,
te encanta en todo caso sembrar la duda
cuando quien te escribe saberlo demanda.
Te agrada que él sufra, que quiera saber
y pregunte dónde están posadas tus manos.
A esa hora huele tu esencia, eres más mujer,
los intentos por excitarte pueden no ser vanos.
Te sorprenden sus mensajes así de repente,
cuando ya con tu almohada estás conversando
o uno que otro mensaje sensual, muy caliente,
justo cuando al espejo, desnuda te estás mirando.
Un ejercicio fuerte y emocionante de imaginación
hace entonces la persona que te está escribiendo,
no puedes escuchar cómo late por ti su corazón,
pero sí logras percibir que él está sonriendo...
“De qué color es lo que tienes puesto?” pregunta
y con risas le respondes que no es su problema,
pero es un poeta y todo lo que le dices lo junta
para luego inspirarse más y hacerte un poema.
No sabes hasta qué hora se estarán mensajeando,
ni imaginas tampoco qué final tendrá la noche...
si de tanto escribir dormidos se irán quedando
o del sexo virtual en los mensajes habrá un derroche.
Es medianoche, tu hora más íntima, más personal,
es la hora en que te estremeces, cuando vibras,
quien escribe te lleva a que luches entre el bien y el mal,
un combate entre lo indecente y lo moral ahora libras.
Ya tus manos y las de él escriben una historia no contada
y no hay censura, no hay culpa, no hay reproche...
Hay una pasión que puede avanzar hasta la madrugada
y que comienza siempre al filo de la medianoche.