Ya no aparecen las flores,
solo es sal y acantilado
el borde en los corazones.
-la tierra muerta soplando-
Ya no brilla en el coral
el baño de rojo sangre
que el amanecer le da.
-percusión desesperante-
¿En qué boca de cristal?
¿En qué risa de qué duna?
¿En qué mar de oscuridad?
-siseo tibio de la luna-
Aire, ¿dónde? ¿dónde está?
Quiero abrazarla y besarla
como obsesa una vez más.
-marea rugiendo en llamas-
Ya no puede oírse nada.
Ha explotado en mi oído
la orquesta desafinada.
-mi último grito inaudible:
¡Oh! ¿Por qué me ha abandonado
en esta hora y este sitio?-