Como el frío invierno pasó tu amor,
dejando tatuado en mi interior -el olvido-
esas grises nubes que adornaron
tu obscuro cielo ceñido a tu piel.
Que es inseguro mar, del inexperto
marinero/ que fuerte pisa sobre olas
de tu cuerpo, que se mecen sin piedad,
sobre los peldaños de esa larga escalera.
Donde transita la vida sobre mi hastío,
que alejó de mí; ese lucero tan mío,
que iluminó la dicha de tenerte y que
ahora entristece a la amargura que me ahoga.
Como el agua aquella, que sacio la sed
y que ahora es soledad/ que enmudece
mi silencio, que entre penumbras vuela
sin portar las alas/ que cortaste con tus manos.
Manos que bordaron las heridas y que
han borrado de la memoria los felices
días, que a tu lado tuve/ esos que se esfumaron
como la bruma con las luces del alba.
Hoy; me siento ciego por tu olvido/
que carcome las heridas de mi alma,
que derrama lluvia sobre la tempestuosa
imagen, que aun guardo en la alcoba.
Esa fría lápida cobijada por hojas,
amarillentas casi muertas/ por el otoño
que ha dejado tu amor al marcharse,
donde permanezco sin sentido -sin ti- sin nada.
Ahí donde ahogo el siguiente paso
y me vuelvo a lo más recóndito del ser,
ahí donde el silencio se hace eterno,
donde el llanto ya no es llanto es ácido…
…ácido que sigue avanzando lentamente,
como fuego sobre el bosque de mis sueños/
que se alimenta de todos mis recuerdos,
aun vivos -latentes- que me hacen sufrir.
Así es tu olvido; como la interminable noche
de la vida/ donde la luz es una utopía
de la equivoca mente, en su raciocinio
cruel… que solo produce más olvido.