(Managua, Abril de 1995)
vi una laguna seca y una tierra
árida y partida.
Un ave daba una despedida
Y se marchaba antes de terminar el día.
Ya no estaban las mujeres que lavaban la ropa,
No había niños corriendo, gritando, bañándose.
No había más que un hueco seco,
Y piedras y cosas muertas.
Entonces le pregunté al tiempo:
¿Será que alguna vez pase esto?
Y una voz me contestó modo grave y sereno:
“El día que se acaben los árboles”