Mañana no mirarás el cielo
hoy en su centro ya estás,
tú y Papá Dios conversan
de los muchos sufrimientos,
que día a día soportaste
para llegar donde estás.
Siempre aferrada a su diestra,
al señor no abandonaste,
él lo sabe, te susurra…
¡Ya recuperé otra oveja!
estarás eternamente
en la palma de mi mano,
como fiel siempre me has sido
te regalaré la gloria,
para que jamás tu cuerpo sienta
el tormento del dolor.
Me has querido como padre
como hija te recibo
en medio del corazón,
¡te guiaste por mi palabra
siento una gran alegría,
serás una nueva estrella
en este, tu nuevo hogar!
30/03/13
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© Miriam Rincón Urdaneta.