La luna brillaba por el horizonte,
era tanto mi deseo de tenerla
que se ha postrado a mis pies,
y desde ahí
caí en siembra de trigo.
Donde la noche entrega su gemido
ansioso y sin tregua,
yacía ya tendida con la piel desnuda
ensimismada,
sólo esperando por vos ser amada.
Y nos fuimos quedando tan callados
en momentos que lo alcanzábamos todo,
otros, sólo solían pasar
nos tatuamos en esa parte sensible
Y las fronteras del fondo del alma
se hicieron invisibles
se abrieron para lo divino,
ya no más porosidad al cerrar,
el amor podrá entrar y salir
libre sin asfixia….