Ellos son carnosos y compactos
de forma definida
cual diamante
diseñado con la perfección inequívoca de la naturaleza
Llaman sin reparo al arrebato
y al desenfreno de pasiones conservadoras;
son como una flor
que sin importar el matiz que la adorne
no esconde su belleza
Cubiertos de carmín
rosa o violeta
son la tentación viva
de quienes ansían tocar con las manos el cielo
sin despegar los pies de la tierra
Sus movimientos hipnotizan
a tal punto que
se vuelve imposible negarse a una petición que salga de ellos
sin importar que ordenen destronar del cielo a la luna o las estrellas
Si algún sabor los envuelve
ha de ser a miel
o frutas
¡o ambos!
¡Ya quiso Cleopatra exhibirlos!
y si adornaran la boca de Eva
no fuera la manzana la causante de aquel pecado de Adán
sino... esos labios
que saben bautizar de pasión lo que tocan
con el rocío de su ternura
y llevar a la gloria en una experiencia orgásmica
al mortal que tenga la suerte de probarlos.
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