Enarbole mi mañana
dibujándola con calma,
perfundole a mi alma,
cada rincón olvidado.
Me ceñí con el vestido,
en el baúl bien guardado,
aunque el tiempo ha pasado,
sus colores florecieron,
y otra vez me vistieron,
con su brillar y encanto.
La ilusión se volvió canto,
liberando con presteza,
y con febril gentileza,
el espejo me agasaja.
Se libero la canción,
que por años estuvo presa,
descubriendo casi ilesa,
la hermosura de vivir,
y en un vestido sentir,
que todavía hay primavera.
Que no se duerma la espera,
hoy estrenare deleite,
me adornare con la suerte,
que el baúl encontré.