Hugo Emilio Ocanto

No llores mi ausencia (Monólogo - Grabado)

¿Quién está ahí?

No puedo divisar tu rostro.

Pero se que alguien ha entrado.

Dime algo, al menos...

Ah, eres tú... tienes como siempre,

esa voz tan especial.

Única diría yo.

Siéntate. Has sido muy graciosa

al preguntarme si te veía...

aún no veo bien... diviso

figuras y objetos,

pero sin concretar mi vista 

qué es lo que ve.

Ha sido una operación

muy complicada, pero

el doctor asegura que he de recuperar

mis ojos. Te mandé llamar

porque eres una de las personas

que más allegada está a mi vida

y a mis sentimientos.

¿me ves muy viejo?

No quieras quedar bien conmigo.

No creo que me estés mintiendo.

pero...¿sabes?... es que yo

soy el que muy viejo me siento.

No puedo mirar mi rostro.

Pero si hace unos días viejo me veía,

no creo que ahora me vea mejor.

Tienes razón, era yo que me miraba,

ahora eres tú, diciéndome

que no me ves viejo.

Y bueno, tendré que conformarme

con tus palabras, y hacerme la ilusión

de que mi rostro no está viejo,

pero sí mi alma.

Estos últimos días me siento

muy agitado, el reloj de mi corazón

marcha acelerado,

y yo... me siento muy amargado.

Me siento sin fuerzas...

sí, son los nervios,

tienes razón...

¿dónde has estado estos días?

no venías a verme,

y mucho me extrañaba

tu silencio. Tus padres vienen seguido.

Pero yo he estado necesitando de ti,

mi nieta  adorada.

Estabas muy ocupada estudiando.

Sí, tu padre, me lo ha comentado.

¿tienes algo en especial

para comentarme?

Querida, siempre he confiado

en ti, debido al gran amor

que me has demostrado.

Y mi amor por ti,

siempre ha sido recíproco.

Pero se no te animas a decirme

la verdad... se sincera una vez más

con tu abuelo. A esta altura de mi vida,

ya nada me sorprendería,

ni me sorprende...

¿por qué lloras?

Dime por qué lloras.

Escucho tu ahogado llanto.

Suena al mismo de cuando

eras una niñita, y yo te tenía

alzada en mi regazo...

eras tan mimosa, tan consentida...

tu ahogado llanto me hace

recordar tu niñez...

y mi juventud, que ya no tengo...

mi querida beba...

no es necesario que

me digas nada.

Tu abuelo todo lo intuye,

aunque por lástima me mientan...

u oculten... después de esta operación,

vendrá la del corazón...

no llores, querida, no llores...

piensa que tu abuelo ha vivido

una vida muy feliz...

que al perder a tu abuela,

no me he quedado completamente solo,

porque tus padres y tú,

me acompañaron ante la ausencia

de tu abuela, a la cual amé

y compartí muchas décadas de mi vida.

Años pasados... y nunca olvidados...

hemos sido muy felices

juntos estos últimos años...

pero se que está llegando mi final de vida.

Nieta de mi alma, solo te pido,

que no llores mi ausencia.

Vive tu vida, y recuérdame

con amor, será suficiente para mí...

no llores mi ausencia, no llores...


Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 10/04/2013)