Poemas para el alma

¡Carne, celeste carne de la mujer! (homenaje a Rubén Darío)

¡Carne, celeste carne de la mujer! Arcilla

-dijo Hugo-, ambrosía mas bien, ¡oh maravilla!,

la vida se soporta

tan doliente y tan corta,

solamente por eso;

¡roce, mordisco o beso

en ese pan divino

para el cual nuestra sangre es nuestro vino!

En ella está la lira,

en ella está la rosa,

en ella está la ciencia armoniosa,

en ella se respira

el perfume vital de toda cosa. (*)

 

¡Tentación de tentaciones!, hambre que fagocita,

piel de terciopelo en tu alma habita,

eres agua y sed que me absorta

acariciando en calma la aorta,

el corazón así vive esto;

¡morir y volver a ser puesto

mediante un toque diamantino

sirviendo sólo la voz de tu fuego como destino!

En ella vive la vida,

en ella vive una diosa,

en ella vive un alma fabulosa,

en ella se asume sentida

la pasión que al hombre rebosa.

 

¡Carne, celeste carne de la mujer! Boquilla

de porcelana abriendo paso al cielo, ¡dulce chiquilla!

la existencia sin ti no aporta,

entonces por qué vivir, no importa

dejando al tiempo esto que confieso:

¡te amo!, dos palabras de amor profeso

es lujuria por mi devoción a lo femenino

tanto que no puedo amar otro sueño mas genuino!

En ella está la pira,

en ella está la glosa,

en ella está la bendición suntuosa,

en ella se respira

la obra de Dios por ser hermosa.


(*) toda esta estrofa pertenece al poema de Ruben Darío "Celeste, carne celeste de la mujer"