María

Blindaje

Corazón frío, distante, cauteloso. Había sufrido demasiado.  Tras años de tecnología, logró blindarlo. Todo el día abocado a su corazón le costó el trabajo.  En ese estado nada lo conmovía.   Luego de unos meses,  Abelardo se dio cuenta que no podía vivir sin estímulos. El blindaje era irreversible. Llamó a Honorio, con trayectoria en circos y teatros.  Café de por medio, decidieron presentarse juntos. Ahora es su amigo ventrílocuo  quien  le administra sus emociones.