La vida que ve venir
la que no conocía
viene lenta, cautelosa
deteniéndose en las esquinas.
Esta vez se da su tiempo
en esa luz amarilla
para pensar un poco más
si alcanzar la otra orilla
y en el rojo de la espera
su corazón examina
adivinando la intención
del verde que se aproxima.
Piensa por un instante
en su derecho de vía
calcula el siguiente paso
para no cometer la infracción
que le robe la alegría.
Sin posturas ofensivas
que provoquen accidentes
ni actitudes defensivas
que ocasionen el estrés,
manos firmes sobre el volante
tomando curvas con precaución
y cada bache con buen humor.
Recogiendo transeúntes
que a la orilla del camino
con el pulgar extendido y de buena fe
soliciten aventón
en su máquina del tiempo
que aún le queda motor
para hacer entretenido
el kilometraje recorrido
compartiendo mil historias
protagonizadas por amigos
transitando entre destinos.
Esta vez sí, se promete,
alzar la vista con aplomo
y por el retrovisor
y sin remordimientos
echar un último vistazo
a las lecciones aprendidas.
Abrir la ventanilla toda
y sentir la maravilla
del viento fresco que roza
con suavidad sus mejillas,
promesa de lindo paseo
por lo que resta de viaje
si no olvida provisión
de buen combustible
música linda
agradable compañía
y ligero equipaje.
Regocijo enorme
en hermosos parajes
espera con alborozo
y con una amplia sonrisa
de ese placentero viaje.