Sara (Bar literario)

Figuras en la noche ( una noche que se escribe)

 

La noche es larga

Siluetas

La melancolía de escribir sobre la noche entera, mientras el sonido del manicomio nocturno se fuga del papel y hace una rebelión en las afueras de mi casa.

La noche se está cicatrizando y tú no eres partícipe.

La noche se encuentra la cola y en círculos la persigue. Se vomita encima de mi mesa y en su suciedad se bosqueja la ciudad de los muertos. Es la Pangea multiplicándose en el quinto día.

Y él, tan lejos de aquí. Acariciando su mano mientras imagina que le subo los dedos al botón de mi falda. Le hago un Mississippi, abre los ojos y estoy velada en la hoja, hablando de una noche sin orgasmos para sus amorosos antípodas.

Le escuchas al silencio, se rasga la lengua, porque ni él ni yo queremos hablar de la noche; sino del árbol refugiado en una guillotina. No tiene frutos pero sí dos pájaros que miran el paisaje blanco de un cuadro diminuto. Su rúbrica reza: Por debajo del olvido, seguimos cayendo hacia el verdadero nombre.

El hombre debe estar dormido, tocándose el órgano fantasma. No soy yo un verso que él amuralló en palabras. No soy la ausencia descolgándose del altar de su sueño, ni soy la honda que cruza su pecho, devolviéndole el cristal, para llorarse la coraza. No soy.

Es una noche como otras.

Regresión

Una bufanda yace en el centro del armario, ahorca al insomnio y sus nudos tautológicos le escinden  la síntesis al onírico desenlace.

Un zapato se borra los caminos, adheridos a un chicle, con sabor ácido. Debieron ser los baches que una pisa cuando se ha perdido en el todo. Nos queda algo para no enloquecer y es la locura misma, que nos coloca en el lado reverso del pensamiento invertido -para no existirnos- del modo, en que hubiéramos sido: Una circunferencia bifurcada en la iridiscencia de una mariposa.

Mi sombra se mece así misma. Es un infante.  Juega con su nimbo y le enseña su canto. El nimbo se transforma en una jaula con celdas de aire. Hemos ganado a la nada. Los amuletos nos protegen.

La noche sigue bailando de puntillas, hace una media pirueta, brinca desde el caos hasta su vacío homicida y se transforma en animal dentro de mi miedo. La noche es una bestia llamada miedo.

Fin del estado hipotético

La noche nos devuelve a la calma

Y es como cualquier noche  grabada en cualquier pedazo en que–nuevamente- he vendido a mi alma.

Buenas noches.