El equilibrio
Por cierto que hubo lodo en mis arterias,
mendigos en las calles, un sepulcro
llamado escuela, iglesia, parlamento,
y a diario muchos seres yendo y viniendo de su abismo.
Por cierto que hubo noches sin mañana,
mañanas sin final, tardes sin noche
y un ciclo en otro ciclo repetido
de no mirarse sino el dedo en el ombligo.
Por cierto los fantasmas aún aúllan,
aún las damas los prefieren casquivanos,
decentes o indecentes los recuerdos
manchan las horas del color de las certezas.
Y un niño se evapora en plena guerra,
y un muerto es elegido juez de turno,
la greda de los pobres vio gusanos
pero guardó la flor que con su sangre modelara.
Aciagos son los cielos, doy por cierto
que en ellos no encontré pañuelo alguno,
tormentas a lo más, la lanza hendida
en el costado del amor, como es costumbre,
y el ciego, el ciego, el ciego rostro
de quien me vio y abofeteó mi otra mejilla.
Por cierto que es conciencia el equilibrio,
regreso al buen sabor de las heridas y los besos,
proyecto de adjuntar todas las causas y promesas
a un sólo tiro verde en plena plaza fría y sin palomas.
Enhiesto en mi raíz, la humanidad habito,
por cierto que aún la amo, es mi mitad y te la ofrezco.
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