Tejió algunos en la vida
se los probó con ilusión
se miró al espejo, de frente, de lado
con coquetería, haciendo mil monerías
se los quitó luego con desaprobación.
Unos cuantos la abrigaron
otros más solo resultaron
atuendos de pasarela
en un aburrido fashion show
y no la cobijaron
como era su ilusión.
Y con mucha ironía
el que tejió con amor un día
el que decidió usar todos los días
en un altar prometiéndose ante Dios
fue el que precisamente sucumbió.
Poco a poco se le heló más que los huesos
y en la ausencia del abrigo
catatónica quedó,
¡hipotermia al corazón!
dictaminó la razón
el bendito suéter causó la aflicción.
Se deshiló lentamente
fue perdiendo color
hasta quedar tristemente
confinado en un rincón
no sin antes esforzar
todo tipo de remiendos
no sin antes el intento
de hilvanar y zurcir con amor.
Hoy el suéter de su vida
ni por asomo abriga
solo queda en el recuerdo
la época aquella en que lo vestía
conservado en una vieja fotografía.
Todavía quedan sin respuestas
las mismas interrogantes
y un tanto aturdida,
el frío intenso siempre lastima,
rondan envueltas en la bruma
las mismas conjeturas
acaso las noches sin abrigo
acaso el calor asfixiante
acaso el color que nunca hizo juego
con su propias vestiduras
o las costuras raídas
por el trajín de la vida.
La inquietud persiste
donde la ilusión porfía
y la tenaz hilandera
a su destino cuestiona
¿Existirá ese suéter todavía?
Y mira con avidez
en la vitrina esperanza
y solo alcanza a ver
en forma superficial
unos encantadoramente
reconfortantes,
otros,
agobiantes….sofocantes,
unos demasiado chicos,
otros demasiado grandes.
¿Existirá talvez
en algún escaparate
de una tienda muy lejana
o en el almacén local
la prenda que a su vida
le calce como guante?
El estambre consecuente
con su estilo de vida
o el diseño refrescante
que le dé un giro diferente
a su acostumbrada rutina
la suavidad del tejido
la historia tras la puntada
que la transporte a otras vidas
maravillosamente hilvanadas
el color que le favorezca
al reflejo de su mirada
el suéter que con tibieza
ofrezca abrigo de nuevo
al corazón que todavía tirita
en el frío de la ausencia
y en los lanudos abrazos …
algún día…
sobreponerse al miedo
de arriesgar de nuevo
y exponerse a la inclemencia.