cami-de-sirga

MediterrĂ¡neo -II-

(sus sabores …)

De buena mañana, la brisa me trae

esa suave mezcla de humedad

que tiñe mis labios de sabor a salitre.

Y en el puerto de l’Escala, en su lonja,

llena de cajas de pescado de esa mañana,

saboreo ese gusto intenso de sus anchoas

en sal muera adobadas.

Sobre unas rebanadas de pan con tomate

y con aceite de oliva aliñadas,

placer de los dioses,

degustar tal profundidad de sabores.

A medida que me voy bajando hacia el sur,

por la costa,

policromados olores estimulan mis sentidos,

almejas, pulpos, doradas… langosta,

y, al vapor, los mejillones.

Pero qué ricas las sardinas, a la brasa,

y la sepia, a la plancha,.

¡Qué decir de una buena tapa de gambas al ajillo!

Con su perejil picadito regado con un buen vino,

si puede ser, blanco, de aguja,

aunque, si lo prefieres, también puede ser tinto.

Viajemos más hacia el sur,

hacia el delta del Ebro,

tierra rica de arroces con sus gustosas paellas,

con permiso de los valencianos, las más ricas de ellas.

Las puedes degustar de verduras en el interior

pero gustan más las de ambiente costero.

Arroz bomba, ideal para absorber los sabores,

gambas, escamarlanes, almejas, sepia, pulpitos…

Todo un abanico de sabores y colores…

Aunque, si con menos colores ya estás contento,

pide un arroz a banda, o un arroz negro.

Los hay con bogabante,con sus enormes pinzas,

ése, el arroz del navegante,

Pero si no eres diestro en que el arroz esté suelto

Haz, o mejor pide, un arroz caldoso,

que ése sí, casi sin tropiezos,

es de lo más sabroso.

Habiendo llegado a lo más meridional de mi tierra,

no continuo viaje por Valencia, Murcia o Andalucía,

lástima por esta última y su pescaito frito,

pero han quedado ya saturados y satisfechos

todos mis sentidos,

la vista por sus colores,

el oído, por el sonido de las olas del mar

y el crepitar de los caparazones.

El gusto, no digamos,

por tal infinidad de sabores.

El olfato, entre pucheros y sofritos,

Y el tacto,

pegajoso de tanto pelar gambas y chupar escamarlanes,

abrir almejas y arrancar de sus caparazones los mejillones.

Mi cerebro vive embriagado de tantas sensaciones,

Ni el dios Baco hubiera tantos vinos saboreado…

Blancos, rosados, con aguja o tintos…

Sin olvidar esas copas de Cava

que acompañan, de principio a fin, todos los platos.

Imaginad vosotros los colores…

porque estos son, de mi Mediterráneo,

sus sabores.