Otra vez, y sin permiso alguno,
la soledad asoma a mi alma
su melancólico
y melodramático rostro.
Nada es eterno, lo sé,
y aunque en momentos cante a gritos
que la eternidad de lo inmediato, es bello,
es solo
una bella contradicción.
El punto, es que son puntos suspensivos,
lo dijiste antes que yo,
y mi impasible alma no contempla
la suspensión,
sin suspenso.
Ahora, si no he logrado ser tan puntual,
quizá pueda decirte que a veces,
tus ojos me miran,
sin mirarme.
Porque buscan algo,
que no sé si he encontrado.
Y que tus manos con furor confuso,
se entrecruzan,
mientras pasan por mí,
como por una cortina de humo.
No creo,
al menos eso espero,
que haya muerto el amor,
pero si creo que el romance,
que nunca pudo nacer del todo,
pide a gritos una prueba de fe.