ivan rueda

LOS CASTOS

 

 

Oh, los castos,

carne de silicio

con espíritu de clavo;

se van tanto por quicio

que se rozan con el sado

pues al perseguir tanto vicio

parecen los más viciados.

Cuando se menea una rama

ellos espantan sus pájaros

y cuando chorrea una fuente

ellos le tapan los caños

mientras guardan sus libidos,

Cerradas a cal y canto,

como las huertas sin frutas

los perros del hortelano.

Oh, los castos,

hoplitas de la moral,

de la virtud, milicianos,

acechadores del mal

donde besarse es pecado.

Megáfonos de los misales,

altavoces de los santos,

no les gustan los portales

donde abundan pasamanos,

ni esquinas, ni corrales,

ni las playas en verano.

Cuando la sota de oros

acaricia al as de bastos

como las grullas en coro

¡ Fornicio ! chillan los castos.

Oh, los castos

enemigos de los cuernos

con los que embiste el Dios Baco

la debilidad de los cuerpos

propensos al arrumaco.

Aseguran que el infierno

es holocausto de sátiros

donde una orgía de fuego

carboniza sus orgasmos.

Con los cojones sin fueros

y testicularmente planos,

luchan contra el Deseo

como con Gulliver los enanos.

Pero ¿ qué sería de los hombres

sin soñar con polvos mágicos ?

Ríos de sangre muy pobre,

muertos muriendo de asco.

Oh, los castos,

casta de hipócritas cuervos

con plumas como sotanas,

ellos heredaran el cielo

de quedarse con las ganas.