Te descoceré hasta que te deshilaches;
y cada hebra de tu desengaño
se enturbié con tus cabellos
y estrujen así tu garganta ...
Quedarás desnuda, te arderán los poros
y fermentarás el hedor de compadecer mi temor
y antes de que huya, sabré de tu sufrimiento
para revolver el carbón; y entibiar las cenizas
que se agrupan de entre la marchita sonajera
de una víscera atrapada por la esquizofrenia.
Y aunque se sienta el sonido de las pisadas
dejaré que te pierdas en el carbono
que arderá cada centímetro cúbico de tus lágrimas.
Aunque fallezcan sin conocer el oxígeno
que alguna vez piso tus entrañas.