Jugaba un niño inocente
con un tubito de pluma,
sacando en un soplo ingente
brillantes bolas de espuma.
Observando con anhelo,
con los pies entre la duna
como iban alzando vuelo,
las bolitas, una a una.
Que revivía su sueño
entre baladas de cuna,
de un cohete ser dueño
para llegar a la luna.