Cuando compré mi primer carrito, muy contenta e ilusionada estaba yo, pero esperen y les cuento lo que en los sucesivos días ocurrió. Llevada por los nervios mi pie en vez de pisar el freno, se hundía accidentalmente en el acelerador, y màs de una vez me quedé varada por no saber como abrir el dichoso capot; visiblemente turbada no distinguía lo que me indicaba el manómetro o el reloj, al volante fuertemente me sujetaba y hasta miedo me daba ver por el retrovisor.
Mi madre preocupada al cielo veía, y entre plegaria y plegaria secretamente se reía, cuando a mis hermanos a llevarlos me ofrecía y ellos con cara de asustados rápidamente me decían que no; tampoco sabía de bujías, menos de carburaciòn, ni se diga de cambiar un caucho ¡ay válgame Dios! porque de mi se escondía hasta ese vil y malvado gato.
Pero después de un tiempo verán como todo cambiò, ahora pregúntenme y verán como con mis muy acertadas respuesta con la boca abierta a todos dejaré. Hoy se cuando es una falla en el encendido o no está mandando bien el alternador , bujías enchumbadas o de falta de entonación, que si la batería no agarra carga, le falta agua al radiador y no me pregunten por la caja o el motor; cámara, pistones, camisa y hasta les explicarè còmo fue que el agua hasta el motor pasó, o por el contrario ese motor muy bien respondió.
Se además que si no le entran las velocidades, la caja esta deslizando o el croche se dañò, o al poner mi mano en la palanca hasta lo más profundo e inimaginable me llevò. Y de las herramientas también tuve que aprender yo, llave de cruz, calibrador ,alicate y destornillador.
Pensaràn … delira y divaga ¡pobrecita ¡ ¿será que loca se volvió?
En un arranque, pero de risas ,les diré queridos amigos……Solo quise bosquejar con mis letras ese gran abanico de imaginaciones que por mi mente en algún momento pasó, porque no tengo carro, mucho menos bicicleta, a pies ando yo.