Amanece y percibo
su presencia,
todo es nuevo
ante mis ojos.
El sonido de Dios
aparece dentro de mí,
espero ansiosa su llegada
porque alegra mi corazón.
Toda la bella creación
se posa dentro de mí,
como una gota de rocío
murmurando en mis pétalos.
Percibo su sonido,
en todo está su presencia,
no deja de bendecir mis días,
porque quiero vivir siempre así.
En el despertar de los pájaros,
en el paso del viento,
en la voz amada de mis hijos,
en la música que componen
los grandes maestros,
en un saludo amable
que alimenta a mi espíritu.
Porque así como necesito
el amor de Dios,
así necesito sus sonidos,
aligerando mis penas
con la armonía de su presencia.
YOLANDA BARRY.