A Carlos Will
Me revela tu pintura el silencio
de ojos perdidos, apergaminados,
de soldados idiotas embarcados
en el velero acostumbrado, necio.
No son los violentos de Pedro Asencio,
ni los revestimientos siqueiranos,
los himnos del asfalto poetado,
los constituidos gritos de tu lienzo;
si son, por ser tuyos, Carlos pequeños,
si pólvoras no encendidas de Tula,
que en riveras juegan en sus ensueños,
se coloree en tu cuadro la cuna
− que sigilosa se volvió pañuelo −
ardiente de tu memoria ovejuna.