Todo era dolor, sufrimiento, agonía;
el ruido dañaba mis oídos, escuchaba sus sollozos.
Un piano tocaba una única nota, una muy grave,
cada vez lo era más, cada vez sentía más frio.
Comenzó a zumbar una máquina, aquella que indicaba
que mi vida había terminado.
Tenía frio, pero luego calor…
los veía y ellos, ellos me veían.
Lloraban, temblaban, caían….
Mi muerte les afectó más de lo que habría imaginado.
Un frenesí atacó mi espíritu,
Mi alma se acobardo y quería regresar,
volver a donde conocía el camino, pero algo me jalaba,
algo caliente y puro, dulce pero punzante…
Estaba asustada, quería huir pero…
¡PERO NO PODÍA!
Y de pronto, abrí los ojos…
Todo era blanco, luz…paz.
El miedo se había extinto y en su lugar crecía la esperanza,
ya no sentía la necesidad de volver.
Alguien tomó mi mano,
y la vi, era hermosa, sin duda alguna era ella,
me miró y sonrío, ahora estábamos juntas, de nuevo;
ahora mi alma estaba tranquila, estaba en paz.