Ante mi soledad, al conocerte,
todo se transformó en un paraíso.
Un paraíso cubierto de árboles.
Esos árboles tenían
sus ramas fortalecidas.
Sus hojas eran perennes, inmortales...
Pero sucedió cuando te conocí...
también yo me sentí un árbol fortalecido.
Un árbol que no hubiese podido
derrumbar ni un rayo al caer sobre
mis hombros, ya sin peso de la
angustiante vida pasada,
y ahora recuperada,
por haberte conocido.
Con mis pensamientos, al recordarte
siempre, te cubrí de oro...
tu peso de mujer valía eso, oro...
por tus formas, tus líneas,
tu personalidad, tu encanto,
tu sabiduría, tu sencillez,
tu hermosura...
toda tú, eras una joyería,
cubierta de oro...
ese metal tan codiciado y costoso...
Solo fue mirarnos, y desde ese momento,
amarnos, con todo nuestro corazón...
dispuestos ambos uno hacia el otro...
cuando se ama, todo es bello...
el amor calma, tranquiliza, serena...
todas las penas que podamos
guardar en nuestra alma.
Bendito sea el momento
en que te conocí.
Bendito sea Jesús,
que a mí te envió.
Bendito sea el destino...
pero... todo sucedió...
pasó, se extinguió...
Ayer escuché en una película...
"no todo lo que reluce es oro"...
Estas siete palabras
me han inspirado....
a revestirte de oro, mi amada...
ya lejana, ya ausente...
Tu permanencia en mi vida,
ha sido un acontecimiento inolvidable...
pero a veces, sí también el amor muere,
aunque algunos dicen que nunca...
el amor muere, y vuelve a buscarse...
la traición, el engaño, el absurdo,
me hace sentir que el amor
también muere.
Ese que tuve, a la cual,
con mis pensamientos,
la cubrí de oro...
oro que se derritió en su cuerpo...
y se transformó en barro...
humano...
Las placenteras noches llenas
de promesas, ya no existen...
desaparecieron...
y mi alma, solitaria, yace lentamente...
Soy un fuerte árbol,
al cual sus fuertes ramas,
feneciendo están...
Vuelvo a tener sobre mis hombros,
la pesada carga de la vida...
de la realidad, de la mentira,
del engaño, de la traición...
de la infidelidad.
Carga de vanas promesas...
que aún retumban en mi mente...
y que postrado me deja
sobre un colchón,
con la sensación de que aún
caliente está, por el contacto
de su cuerpo...
Postrado estoy, tratando de encontrarle
sentido a la vida... a mi vida...
Voy a superar mi angustia, sí,
la tengo que superar...
aunque, no siendo la primera vez,
por dentro, mi alma, tenga que llorar...
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 15/04/2013)