Las alondras te dieron trinos
Quevedo vino, capa y espada
y Francisco de Asís su mimo
la espada de Clara
esa hermandad inmaculada
con la luna el sol y los chiquillos
¡ Que se levante el sol de oriente !
¡ Que ruga la ártica helada !
y que se fecunden los vientres
con tus divinas mermeladas
llenas de pequeñas simientes
tan exiguas como la mostaza
y como la mostaza, tan clementes
la carne siempre nos miente
y la estrella nos da su brillo
y bien dices tu, dudas nos da la mente
y el olvido nos da el abismo
como Cristo vida y luz eternamente
circundas los continentes
con la voz enamorada
de un príncipe valiente
que la palabra la hace espada
y el corazón ariete
rojos se me ponen los mofletes
que yo sin ti, soy menos que nada
soy cáscara de tus cacahuetes
y de tus patatas, mondas peladas
que ni a los gusanos les apetece
cada vez que te leo
me meneo, abro los ojos
y sin pensar, ¡ Vuelo !
envuelto de despojos
con tus anhelos
mi laúd te dará más
no por capricho y antojo
será cuando vuelva a pastar
en tus prados y tus abrojos
bajo tu azul celestial
bordaras tú este final
que yo con los pies en el suelo
no me atrevo a rematar
que sean diez de tus versos
del poema que al poeta le das:
" El vate, en su vida ansiosa
¡ ay,! nace entre desconsuelos
si nace larva asquerosa
ya le veréis mariposa
como se sube a los cielos
al ver la mundana guerra
bota el terrenal capuz
huye presto de la tierra
y allá se envuelve y se encierra
en los pliegues de la luz "