Murialdo Chicaiza

Soneto a Glenda

 

Tu nombre me sabe a estrella, a fruta madura

a yerba recién bajada por las lluvias

a simplemente una canción de cuna.

Tu nombre me sabe a labios intactos y graves.

 

Te amo con este silencio de gruta ingrávida

que se conjuga en todas las voces del campo,

y que suena a sapos, trinos, a fontana celeste.

Mi amor no tiene noche no tiene mañana.

 

La noche despide los pasos y las almas

me despido de tu voz de campanilla.

Aún recordaré la canción de tu rostro

 

aún mantendré las aves de tus brazos.

¡Ay recógeme con el laurel de tu aliento!

¡Ay, dame el sustento único de tu amor!