Te soñé despierto…
Ah, te soñé despierto, te llamé sin fortuna,
en las lúgubres noches, en las mañanas claras,
aun si el sol eclipsaba mis risas y algazaras,
aun si mis tristes lágrimas ardían con la luna.
Yo te escribí mis versos con el dolor que acuna
el alma de un poeta, un alma con escaras,
te busqué entre la gente, entre cientos de caras,
para saciar mi sed, para calmar mi hambruna.
¡Inolvidable el año! ¡Inolvidable el día!
Cuando miré tus ojos, cuando exclamé tu nombre,
supe que terminaba la espera de mi ser.
Poco después el tiempo nos lo confirmaría:
Que ha sido para amarte que nací como hombre
y ha sido para amarme que naciste mujer.