Dialogándo con Dios pude saber,
que mi vida no es mía sino de él,
que me mostró su amor en Emmanuel,
la gloria y resplandor de su poder.
Mi necedad debo reconocer;
pintáste con tu magistral pincel
el mundo con tu amor a otro nivel,
Amor al que quiero corresponder,
Le diste la armonía y canto de aves,
que alegran las mañanas y las tardes,
las noches y madrugadas de estrellas;
De la vida nada sé, más, tú sabes,
Dios sabio y bueno mientras tú me guardes,
disfrutaré tus creaciones bellas.