He jugado tanto con las teclas que todo lo he perdido.
Me Había acostumbrado a la mañana,
A los estados de mi alma,
Y estaba pensando ciertas cosas
Que desaparecieron en el cuarzo celeste de la imagen.
Era como un rumor de vientos
Que llegaban con ritmos y hablaban
Del olvido de un tiempo donde
Sentado a la mesa de algún cuarto, escribía.
Mis años desfilaban
Y cedían historias con sus sólidas fraguas
Y era la permanencia la que me anticipaba.
Había una metáfora del mar...
A la que no sé cómo había llegado
Y un verde frío como cristal y espuma
Envolvían mi cuerpo
Inacabable, como recién moldeado.
Y en un solo momento caía
Era mi imagen efímera y me burlaba.
Después, los textos hablaban,
De una distancia que recorría en versos,
De una existencia que al mismo tiempo
Me precedía y nunca me alcanzaba.
Eran bellos los versos,
Era hondo el sentir esta mañana,
Pero apreté teclas de más y se borró lo escrito,
Y creo que hasta mi alma.
Transitar, decía en una frase,
Como un sobrevivir tal vez después de un punto,
Sería lo adecuado, pensé,
Pero una rabia vital, un arrebato,
Un no querer tal vez mi poesía,
Un de más sin razón, me salpicó las manos.
Una a una elegí, y hubo palabras que fueron bien buscadas,
Reemplacé el exterminio,
Y puse el veredicto como verdad del acto.
Usé la libertad como si fuese débil, de manera acotada,
Le di un tiempo fugaz de una existencia de final y alada.
Le di mi nombre y le entregué mi sombra,
Pero no pude sostener lo que ya en mí no estaba,
El sueño aquél que se murió de olvido.
Me quedaron fragmentos del camino,
Sólo los pliegues donde me encontraba,
Tan sólo esa cadena desatada que se perdió de mí,
Que suplicó una ausencia,
Que no encontró memorias adecuadas.
Fue cristal el poema y se rompió en la tarde.
JULIO CASATI