cami-de-sirga

Silencio y Ausencia

(para tomarte tu tiempo)

Nos es fácil hablar de ausencias,

en el fondo, ese inmenso océano de emociones

que, junto al egoismo, son muestra de carencias,

absurdas, a veces, de poca relevancia,

vitales, en otras ocasiones, quién sabe,

parte de nuestra más íntima esencia.

Es una ausencia si algo o alguien

ya no está, se fue, o le encuentras a faltar.

Pero no puede ser ausencia lo que se da,

se regala, se ofrece o se te desprende

libremente, porque así lo deseas…

El silencio no es, como muchos creen,

la ausencia de ruidos, murmullos o palabras…

El silencio no es ese pensamiento que se fue

o se dejó atrás, negando imágenes y emociones,

a veces turbadoras y otras, alimento para el alma.

El silencio es la paz interior

que te permite sentir todo lo que hay a tu alrededor,

que te enseña a mirar con esos ojos transparentes,

límpidos y siempre nuevos como las aguas de las fuentes.

El silencio es dejar que lo más profundo de ti

pueda aflorar desnudado de todo lo que es baladí

y hacerse dueño y abrazar tu realidad entera,

dando un sentido tal a tu quehacer y ser

que es como una semilla

que crece hacia esa dimensión eterna

que eres tú, y él, y ella…

¿Es pues el silencio ausencia

de palabras, emociones, sentimientos…?

¿O es más bien el regazo donde encuentran su razón de ser,  

 su sentido… todas ellas,

apaciaguadas de todo lo que no-es

para ayudarte a vivir intensamente lo que sí-es?

Si la ausencia es ver partir a alguien…

El silencio es acoger a quien te viene por el camino

sin pedir explicaciones ni preguntar porqués…

Si la ausencia es experimentar lo que te falta,

silencio es vivir con lo que ya te basta

sintiendo la plenitud del cielo en tu yo más íntimo,

ese “lugar seguro” y sagrado

que sólo del espíritu es primicia y regalo.

Cierto que muchas veces creemos

que silencio es estar callado,

ausencia de muchas o pocas palabras,

cuando nuestro interior bulle y va de mudanzas

cuando, el verdadero silencio, es no más

la danza de nuestra alma cuando está en paz,

el respirar lento, en ti, de la Divinidad,

nunca oculta ni lejana, sino en ti, muy adentro,

para que nunca la pierdas y la tengas bien segura,

donde nadie ni nada, jamás, te la podrá robar

tan adentro, tan tuya,

que si no es por el silencio

no la podrás encontrar.

El silencio no es pues una ausencia

sino un saber-ser y saber-estar

estés donde estés, en cualquier lugar…

pues lo llevas contigo,

compañero en el viajar,

así muy adentro,

si--n-io

(sin-yo)

en silencio.