Perversa se fotografió la tarde
en el bronce amarillo de mis recuerdos,
cuando su cuerpo inerte
fue a detenerse eternamente
en la tumba fervorosa
de mis nostalgias.
En hambres de noches sin luna
se plantó mi vida,
como un estatua sin brillo,
dentro de una jaurías de bellos recuerdos.
Sonámbulas marchan las horas,
mientras sigo refunfuñando,
que esto no es cierto.