Sin comprender aún las vivencias
de la infancia, de la juventud, de la madurez
mi mente pide entendimiento,
mi corazón sediento de ternura,
mi espiritu indomable en cada momento.
No es solo silencio lo que mi ser vive, requiere
e intenta comprender esa profunda sensación
de soledad, de ausencia, de angustia, de tristeza.
Mi conciencia hace que comprenda que
nada de lo que sucede está fuera de mi, al
contrario reconozco que está en mi interior, sin aún
lograr el discernimiento, es como la sombra que está,
y no se palpa, que se proyecta y no se sabe la fuente.
La confianza, el optimismo, la fé
me llevan a reconocer que nada es eterno,
que cada instante es un morir, al inmediato pasado,
del ayer, de la semana anterior,
del mes ... que lo comprenda o no, igual viviré
la inexplicable infinitud.